Las Legiones Británicas fueron unidades voluntarias que combatieron en América del Sur contra España durante las llamadas Guerras de Independencia.
Bajo el mando de Simón Bolívar, los voluntarios británicos llegaron a ser más de siete mil. En el Cono Sur, su número fue menor, aunque no despreciable, pero dado que combatieron en unidades menores mezcladas con tropas de otras procedencias es más difícil seguir sus peripecias.
En general se trataba de veteranos de las Guerra Napoleónicas, originarios de Inglaterra, Escocia e Irlanda, pero también de los territorios alemanes que pertenecían a la Corona británica. Su motivación era tanto política como económica.
Aunque Gran Bretaña había ayudado a liberar la Península Ibérica de las fuerzas de Napoleón, para la mayoría de los británicos España era “el gran enemigo”. El Parlamento londinense, según se desprende de sus sesiones, tenía bien en claro que no debía permitirse a España recuperar su antiguo esplendor imperial… a pesar de los compromisos contraídos en el Congreso de Viena. A nivel popular, la “leyenda negra” estaba muy presente y la posibilidad de liberar a los americanos de la opresión del “papismo” español, era un mandato casi religioso. Por otro lado, en plena revolución industrial con salarios de miseria y el hacinamiento urbano, las historias de un continente extensísimo, rico y casi despoblado, iluminaban la imaginación de los más aventureros. Finalmente, un factor nada despreciable era el de una enorme cantidad de veteranos de casi treinta años de guerra que estaban ahora peligrosamente desocupados y que el gobierno británico quería sacar de la metrópoli.
Por su parte, el gobierno de Londres, si bien siempre les prestó apoyo, tuvo públicamente una actitud de doblez frente a ellos: por momentos los condenó como mercenarios; por otros, los alabó como luchadores de la libertad. En última instancia, quedó clara la verdadera naturaleza del apoyo sin ambages del gobierno inglés, cuando años después muchos de los oficiales de estas tropas de voluntarios serían reincorporados con sus mismos rangos en el Ejército o la Armada de Gran Bretaña, como si hubiesen estado cumpliendo servicios a Su Majestad británica durante su estancia en América del Sur.
En marzo de 1819, Bolívar decidió unificar a las tropas británicas bajo su mando en una única brigada, que tuvo a James Rooke como comandante. El irlandés Rooke, veterano de las campañas contra la República Francesa y luego Napoleón, amigo íntimo del Príncipe de Gales y cuñado del gobernador de St. Kitts (en el Caribe), se había unido en septiembre del 1817 a Bolívar en Angostura, quien le dio el mando del 1º Regimiento de Húsares de Venezuela (compuesto mayormente por voluntarios británicos) y junto a quien combatió durante la campaña de 1818.
Luego de combatir en la batalla del Pantano de Vargas, Rooke perdió un brazo que le fue amputado. El irlandés “patriota” murió en Belencito, cerca de Tunja. Su esposa, Anna, recibió de la República de Colombia una pensión vitalicia.
El 1º Batallón de la Legión Británica estuvo al mando del Cnel. James Towers English. El 2º Batallón, del Cnel. John Blossett. La llamada Legión Irlandesa, del Cnel. William Aylmer.
English, hijo de un comerciante de Dublín, había sido proveedor y, luego, oficial de intendencia del Ejército Británico durante las Guerras Napoleónicas. En mayo del ’17 encontró a López Méndez, el agente de Bolívar en Londres, y se hizo pasar como teniente de caballería. Fue así que, como Capitán en comisión, se unió en diciembre de ese año a los Húsares venezolanos. Por su valentía, fue promovido a Coronel y nombrado como el segundo al mando de Rooke.
En mayo del ’18, el coronel English firmó un contrato con el gobierno “patriota” para reclutar mil hombres en las Islas Británicas. Obtendría un beneficio de 50 libras esterlinas por cada hombre y el grado de General de Brigada en comisión, así como el mando de esta nueva Legión. English tuvo mayor éxito del esperado, y logró embarcar rumbo a Venezuela un grupo de dos mil voluntarios. El nuevo general británico desembarcó en Margarita en abril del ’19, tomando inmediatamente el mando de todas las tropas de voluntarios extranjeros.
En julio de 1819, las tropas de English participaron de la toma de la fortaleza de El Morro y la ciudad de Barcelona. Los mercenarios británicos cometieron toda clase de vejaciones, violaciones, robos y destrozos. Hasta las iglesias fueron profanadas.
Impresionado, el general Rafael Urdaneta, encargó a la Legión Británica capturar el fuerte de Agua Santa. English alegó estar enfermo, mientras sus mercenarios eran masacrados por los defensores realistas. Como consecuencia de esto, Blossett tomó el mando de la Legión, mientras English era enviado a Margarita, donde murió en extrañas circunstancias en septiembre de ese año ’19.
Blossett también era veterano de las guerras de fines del siglo XVIII y principios del XIX. También irlandés, Blossett descendía del general francés hugonote que había ayudado a Guillermo de Orange a deponer al rey legítimo británico Jacobo II en 1688. Cuando se presentó ante él en Margarita, Bolívar le dio el rango de Coronel.
Cuando English se vio obligado a retirarse, Blossett se hizo cargo de la Legión Británica. Pero su afición a los duelos fue su perdición. Otro coronel británico al servicio de los “patriotas”, de apellido Power, le dio un tiro que resultó fatal.
Aylmer tenía un currículum un tanto distinto. En 1798 se había unido a la rebelión irlandesa que, imitando la revolución francesa, los llamados Irlandeses Unidos habían intentado para liberar la Isla Esmeralda y convertirla en una república democrática. Luego de ser derrotado en Ovidstown, sostuvo una guerra de guerrillas en el llamado “bog” de Allen contra las tropas británicas. Finalmente, a cambio de un salvoconducto hacia el exilio, se entregó. En Austria se unió al Ejército Imperial como oficial y combatió a Napoleón. Eventualmente, se uniría al cuerpo de Dragones británicos, aunque manteniendo su comisión austríaca.
Terminadas las Guerras Napoleónicas y sin perspectivas revolucionarias en Irlanda, en 1819 partió con otros doscientos irlandeses hacia Venezuela. Creada la Legión Irlandesa por el Tte. Cnel. O’Connor, Aylmer quedó como segundo al mando.
Herido en la batalla de Río Hacha, murió en Jamaica el 20 de junio de 1820. Jamaica, principal estación británica en el Caribe, era al mismo tiempo epicentro y refugio de las fuerzas “patriotas” en el norte de América del Sur, América Central y México.
Nacido en Irlanda, Francis Burdett O’Connor pertenecía a una familia protestante de terratenientes. Un tío suyo, parlamentario, fue un famoso líder cartista; su padrino era también parlamentario por el Partido Radical; mientras que un primo, era uno de los jefes revolucionarios de línea más dura. La Revolución estaba en la genética de este futuro prócer venezolano.
Junto con Aylmer, organizó y dirigió la Legión Irlandesa, arribando a la isla Margarita en septiembre de 1819. La vida de estos irlandeses voluntarios en Margarita fue terrible. Bolívar no había encargado preparativos y no había vituallas ni refugios para ellos. Muchos murieron de enfermedades y otros decidieron regresar a Europa. Recién en diciembre la Legión fue reorganizada como regimiento y comenzó a prepararse para desembarcar en Venezuela.
En marzo del ’20, desembarcaron y tomaron Río Hacha, bajando la Cruz de San Andrés y colocando en su lugar la bandera verde irlandesa con el harpa en el centro. O’Connor y sus lanceros irlandeses tuvieron una actuación destacada en el combate de Laguna Salada, donde —según la propaganda “patriota”— 170 voluntarios derrotaron a más de 1700 realistas. (En realidad, los mercenarios contaban con abundante apoyo de rifleros y artillería.)
Amotinados por no recibir los pagos prometidos, los irlandeses debieron ser desarmados y conducidos bajo vigilancia británica a la isla de Jamaica. Allí, O’Connor logró reenganchar a unos cien de sus antiguos subordinados. Con ellos, O’Connor se unió al sitio de Cartagena y en la campaña contra Santa Marta.
Bolívar tuvo en mucha estima a O’Connor y, tras regresar de Panamá, lo hizo Jefe de su Estado Mayor para la campaña de “liberación” del Perú. Fue fundamental en ésta, su papel en la coordinación y aprovisionamiento de las tropas bolivarianas —con evidente ayuda de los comerciantes británicos que operaban en el Pacífico.
Fue posteriormente asesor del Ejército Peruano-Boliviano, junto a Otto Braun, y tuvo un papel primordial en la derrota al Ejército Argentino en la batalla de Montenegro / Cuyambuyo. Tras esta victoria, O’Connor decidió retirarse a sus tierras en Tarija, donde intentó infructuosamente organizar colonias de británicos pobres. En ese tiempo abandonó su ateísmo y se convirtió a la religión católica, falleciendo en Tarija en 1871. Aunque sólo tuvo una hija legítima, su apellido tuvo una ilegítima proliferación en el sur de Bolivia.
George Elsom fue el primero en arribar a Angostura con sus legionarios. (Curiosamente —o no tanto— lo hizo en la fragata HMS “George Canning”, que tiempo después traería a Buenos Aires a San Martín y demás miembros de la Logia Lautaro.) Luego formará en el 2º Regimiento de Lanceros de Venezuela a las órdenes de Skeene, y finalmente comandará el 2º Regimiento de Rifles de Venezuela. Junto a los hombres de Elsom, venía un grupo de doscientos hanoverianos (alemanes vasallos del Rey británico) a las órdenes de Johan Uslar, o Uzlar.
Posteriormente, llegarían a Venezuela más voluntarios en expediciones comandadas por los coroneles del Ejército Británico: MacDonald, Campbell y Wilson.
El escocés Donald MacDonald comandaba el 1º Regimiento de Lanceros de Venezuela, que habían dejado Portsmouth a fines de julio del ’17 con destino a Venezuela. El Cnel. MacDonald había sido un simple soldado en el Ejército Británico, pero supo aprovechar las oportunidades que se le presentaban. Por su valentía se le dio la posibilidad de pasar a oficial, alcanzando pronto el grado de Capitán. Con distinción sirvió en las Antillas, contra españoles, holandeses y franceses. Pero abierta la guerra contra Napoleón en la Península Ibérica, se presentó voluntario en el Ejército Portugués. Así llegó a ayudante de campo el Gral. Ballesteros. Pero el fin de las Guerras Napoleónicas no le sentó bien y pronto se vio abrumado por las deudas. Así fue reclutado por los agentes de Bolívar para organizar una expedición de voluntarios.
Por su parte, Peter Campbell reclutó y mandó un Regimiento de “Rifles Negros” en Venezuela y Colombia. También de origen escocés, en las Guerras Napoleónicas sirvió con su regimiento, el Real de Kent Oriental, mejor conocido como “The Buffs” (por el color marrón amarillo de su uniforme). Con el grado de Capitán, se retiró a comienzos de 1818.
Henry C. Wilson tenía a su mando los llamados “Húsares Rojos”, puesto que vestían con la casaca roja inglesa —uniforme similar al utilizado actualmente por la guardia presidencial venezolana—. Hijo de un clérigo protestante de Galway (Irlanda), se destacó desde niño como prodigio. A los 15 años había ingresado a Oxford y se había interesado en las “ideas francesas”, pero eso no le impidió alistarse en el Ejército apenas graduado. Sirvió como oficial en el 3º de Dragones Ligeros. Estuvo en la Península Ibérica y logró un buen dominio del castellano. Fue por eso que López Méndez lo pondría al frente de los otros coroneles británicos contratados —aunque, posteriormente, en batalla se demostraría como un pobre oficial—.
El 1º Regimiento de Artillería de Venezuela quedó al mando de Joseph Gillmore. De origen irlandés, sirvió como Guardiamarina en las Antillas. Junto con otros oficiales británicos, se unió al Ejército Portugués; en su caso integrándose a la artillería de montaña. Se destacó en los Pirineos y luego regresó al Ejército Británico con el rango de Teniente del 27º de Infantería. En agosto del ’17, la desmovilización del Ejército Británico tocó a su puerta y Gillmore, retirándose, comenzó los contactos con los agentes revolucionarios sudamericanos.
Robert Skeene fue contratado para reclutar y organizar un segundo regimiento de Lanceros. Habiendo sido maestro de reclutas de caballería en Maidstone y habiéndose retirado como Teniente Coronel, Skeene tenían muchísimos contactos en el Ejército Británico.
Otro oficial británico que se destacó fue Gustavus M. Hippisley, jefe del 1º Regimiento de Húsares de Venezuela. Ya el 14 de mayo de 1817 acordó con López Méndez los términos del contrato —contrato que fue reproducido por el diario Morning Chronicle sin provocar ninguna reacción adversa por parte del gobierno de Londres—. Hippisley, a sus 49 años, era miembro de una distinguida familia de Somerset, que decían descender del rey anglosajón San Eduardo el Confesor. Él mismo era un hombre de muchas riquezas. Tras haber asistido al prestigioso colegio de Saint Paul en Londres, obtuvo una comisión en el 9º Regimiento de Dragones. Con su unidad, sirvió en Irlanda por siete años y donde conoció a su esposa, de una rica familia protestante. Apenas conquistada la Colonia de Buena Esperanza, en África del Sur, Hippisley recibe la oferta de trasladarse allí, donde sería promovido a Mayor de Brigada. Nueve años estuvo en el Hemisferio Sur y, luego, se retiró. Pomposo, formalista y exigente hasta el ridículo, su papel en Venezuela y Colombia se verá opacado por otros oficiales más pragmáticos.
Otros muchos próceres británicos hubo en la América del Sur. Los nombres de Daniel Florence O’Leary, Gregor MacGregor, John Devereux, los hermanos James y John Mackintosh, Richard Trevithick, Thomas C. Wright, Alexander Alexander, George L. Chesterton, William Davy, Thomas I. Ferrier, Thomas Foley, Peter A. Grant, James Hamilton, John Johnstone, Laurence McGuire, Thomas Manby, Richard Murphy, John Needham, Robert Piggot, William Rafter, James Robinson, Athur Sandes, Richard L. Vowell, etc. Asimismo y simultáneamente, los buques británicos “Indian”, “Prince”, “Britannia”, “Dawson” y “Emerald”, servirán a los “patriotas”.
Todas sus historias al servicio de los intereses británicos merecen ser contadas.
Bibliografía:
– Matthew Brown, Adventuring through Spanish Colonies: Simon Bolivar, foreign mercenaries and the birth of new nations (2006).
– James Dunkerley, The Third Man: Francisco Burdett O’Connor and the Emancipation of the Americas (1999).
– Alfred Hasbrouck, Foreign Legionaries in the liberation of Spanish South America (1928).
– Ben Hughes, Conquer or Die! British volunteers in Bolivar’s war of emancipation (1817-21) (2010).
– Eric Lambert, Voluntarios británicos e irlandeses en la gesta bolivariana(1980).
– Brian McGinn, “A Complicate 19th Century celebration: St. Patrick’s Day in Peru, 1824”, Irish Roots 1 (1995).
– Edmundo Murray, “O’Connor, Francisco Burdett Frank”, Irish Migration Studies in Latin America 4:4 (X/2006).
– Moisés Enrique Rodríguez, Freedom’s Mercenaries: British volunteers in the wars of independence of Latin America (2006).