La Hispanidad, la causa de la hermandad entre todos los países hispanoamericanos, que compartimos un mismo idioma, un pasado, espacio geográfico y cosmovisión cristiana, necesita de símbolos que transmitan con fuerza la realidad de nuestra historia y nuestro presente común para proyectarnos hacia un futuro adecuado, que responda a las potencialidades de lo que somos. Sin duda, el símbolo que mejor representa todo esto es la bandera de la Cruz de Borgoña, con las aspas de San Andrés.
Todo símbolo tiene su historia y algunos aspectos de ella pueden gustarnos más y otros menos. Cómo es sabido, la Cruz de Borgoña, las aspas de San Andrés, qué hacen referencia al martirio del santo, patrón de Borgoña, en unos troncos cruzados, es asumido como símbolo de la corona española por el casamiento del borgoñón Felipe «El Hermoso», quien llegaría a ser Felipe I de Castilla, con la tercera hija de los Reyes católicos, Juana, apodada «la loca». La fortuna, en este caso desgraciada, hizo que los dos hermanos mayores de Juana, tanto el infante Juan cómo la infanta Isabel murieran, y que Felipe, el consorte de Juana, qué jamás debería haber llegado a reinar sobre Castilla, alcanzara el trono. Felipe el hermoso, joven archiduque de Borgoña ostentaba la Cruz o Aspa de Borgoña en los uniformes y banderas de su séquito. Felipe no nos resulta un personaje histórico grato: puso en riesgo la unidad original de Castilla y Aragón en la península, hizo desgraciada a su esposa Juana, se enfrentó a Fernando el Católico por su ambición desmesurada,… Pero que este símbolo llegará a la Hispanidad por vía de este personaje malaventurado no resta un ápice al valor de una bandera qué simboliza la unidad de la Hispanidad desde 1506, hasta 1785. Esta bandera ondeó durante casi 300 años, desde Flandes hasta Filipinas, de norte a sur de toda América, representando los valores de la vida en común bajo la Hispanidad.
No minusvaloremos la aportación de un símbolo. Aunque muchos conciudadanos de la Hispanidad no conozcan está bandera, el mero hecho de verla en lugares públicos, en actos sociales, en manifestaciones,… les instará a investigar qué representa, a qué se refiere. Está bandera les transportará a la realidad de ese pasado común verdadero, tangible, pasado común vivido durante más de 300 años en el que los habitantes de la Hispanidad compartimos un mismo espacio, bajo los valores del humanismo cristiano, convivimos organizados en un mismo cuerpo social, lo que redundaba en una economía fuerte e independiente, y nuestra posición en el mundo era muy relevante.
La Cruz de Borgoña está tan íntimamente ligada a la Hispanidad que se puede constatar su presencia en multitud de banderas actuales de todos los países hispanoamericanos, e incluso de Estados Unidos. Se puede advertir su rastro en infinidad de banderas militares, estatales o regionales, como por ejemplo la bandera de la Guardia Real española, la bandera del regimiento de infantería «Patricios» de Argentina, la bandera de la ciudad de Valdivia en Chile, la bandera del departamento de Chuquisaca en Bolivia, las banderas de los estados de Alabama y Florida en Estados Unidos y tantísimas otras.
Debemos empezar a portar está bandera en cuanto tengamos ocasión junto con nuestras banderas nacionales, con nuestra bandera española, con nuestra bandera mexicana, con nuestra bandera peruana, con nuestra bandera colombiana, con nuestra bandera argentina,… en todos los actos públicos, en todas las manifestaciones de carácter social o político, con el fin de recordar nuestra unidad original. Al igual que por ejemplo, hacen los partidos de ultraizquierda, que constantemente portan sus banderas de la extinta Unión Soviética o de la internacional comunista, como referencia conceptual, las Aspas de Borgoña nos refieren a nuestro ideal y potencial común. Las Aspas de Borgoña en el siglo XXI no pueden ya ser un símbolo imperialista o violento, sino un símbolo de unidad, de hermandad en la diversidad, de superación de las pequeñas y ricas diferencias locales, para fortalecernos, para apoyarnos en la fortaleza de la unidad común. Porque, seamos realistas y démonos cuenta de que, por mucho que pueda parecer una ensoñación de aficionados al estudio de la historia, muchos de los problemas económicos, sociales y políticos de muchos de los países de la Hispanidad, son prácticamente insalvables fuera del espacio común de la Hispanidad. ¿Cómo pueden prosperar economías basadas en monedas fragiles y volátiles de países con pocos millones de habitantes, como los centroamericanos? ¿Cómo pueden surgir empresas potentes en países con mercados pequeños? ¿Cómo hacer frente con solidez a actores extranjeros que buscan egoistamente el aprovechamiento de recursos, naturales o humanos, de los países hispanoamericanos? El reordenamiento de la Hispanidad puede parecer un camino extremadamente complejo, duro y con un destino final muy lejano, pero es el único que responde con plenitud a los desafíos de este tiempo, y que puede ayudar a elevar el nivel de desarrollo económico y social de una gran mayoría de los conciudadanos de la Hispanidad.
Usemos una de estas banderas en cuanto tengamos ocasión. En la web de la asociación Orgullo de las Españas hemos querido facilitar la compra de tanto banderas, como camisetas, emblemas o pins con la Cruz de Borgoña. Además de ayudar a difundir nuestra visión sobre la Hispanidad, la venta de estos materiales nos ayuda a financiar las actividades de la asociación. ¡Hazte con una!