Este libro es un excelente ejemplo de cómo los españoles, desde un primer momento buscamos la integración, el conocimiento y la integración de la cultura autóctona, haciendo libros bilingües y diccionarios para que no se perdieran ni las lenguas, ni la cultura indígenas.

Es el título de esta obra escrita y supervisada por el religioso franciscano español que Fray Bernardino de Sahagún, entre los años de 1540 y 1585, poco después de la Conquista de México por parte de los españoles. También es denominado Códice Florentino y anteriormente conocido como Códice Laurentino, ya que se encuentra resguardado en la Biblioteca Medicea Laurenciana de Florencia, Italia.

Este códice, escrito en náhuatl y español le llevó treinta años de arduo trabajo, son las tres versiones de la Historia General de las Cosas de Nueva España que, con loable empeño, y recogiendo la tradición oral que le trasmitían sus alumnos, enviaba al Consejo de Indias para su publicación, el cual lo archivaba por razones políticas. Los tres ejemplares acabaron en la Biblioteca del Palacio Real de Madrid, donde todavía se conserva una. Otra de ellas, compuesta de doce libros es conocida también como Códice florentino porque uno de los manuscritos, después de innúmeras peripecias, terminó en la Biblioteca Medicea Laurenciana de Florencia.
La obra, escrita al principio en náhuatl y luego traducida por el propio autor al español y desde el punto de vista indígena es un tesoro de conocimientos etnográficos, arqueológicos e históricos y no se publicó hasta 1829.
Por su método de trabajo, basado en la recolección en las fuentes de testimonios de los ancianos, el análisis detallado, y la compilación bilingüe (náhuatl-español), y por los resultados que obtuvo al investigar sobre la cultura de los antiguos mexicanos, eruditos como León-Portilla y Garibay lo han considerado como el primer antropólogo de América.

Para realizar el libro, Bernardino de Sahagún recurrió a la indagación directa entre los nativos mexicanos, concentrándose en la región central de México. Por ello, algunos antropólogos —especialmente los mexicanos— reclaman para el fraile franciscano el ser uno de los antecesores de la moderna etnografía. De hecho, se trata de una copia de materiales originales que se han perdido. Los materiales originales fueron los registros de conversaciones y entrevistas con indígenas en las poblaciones de Tlatelolco, Texcoco y Tenochtitlán, además de informes de los estudiantes indígenas trilingües formados por el fraile en el Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco (ubicado en la actual ciudad de México). Estos alumnos fueron Antonio Valeriano, oriundo de Azcapotzalco; Antonio Vejarano, de Cuahuhtitlán; Martín Jacobita, de Tlatelolco; Pedro de San Buenaventura y Andrés Leonardo, también oriundo de Tlatelolco
Todos los informantes de Bernardino de Sahagún habían pertenecido a la élite mexica. La indagación del fraile franciscano comenzó en el mismo período en que estuvo a cargo de la institución que él mismo había fundado en 1536. Entre 1539 y 1558, Bernardino de Sahagún sirvió como misionero en lo que actualmente son los estados de Puebla e Hidalgo. En Tepeapulco (actualmente en el estado de Hidalgo), sitio al que llegó en 1558, Bernardino de Sahagún colectó otras informaciones con las que enriqueció el texto que había venido redactando desde 1547 y que habría de convertirse en el texto definitivo, con el nombre que lleva.
El propósito de Bernardino de Sahagún al escribir su texto era el dar a conocer entre sus colegas misioneros algunos de los aspectos de la cultura y la historia de los pueblos del altiplano central de México.

Pd. : Las imágenes del vídeo y el propio vídeo son míos, ya que yo tengo una de las obras, compuesto por tres volúmenes donde están los doce libros de la Biblioteca Medicea-Lorenzana de Florencia

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